Una curiosidad religiosa: cananeísmo o judeopaganismo

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El judaísmo es la religión monoteísta por excelencia, por lo que resulta cuanto menos sorprendente que existan movimientos que se reivindiquen como judeopaganismo o neopaganismo judío. Sin embargo, estos movimientos existen; nacieron en Palestina, antes de la creación del Estado israelí, a partir de una reflexión sobre la nacionalidad judía, y desde entonces se han extendido a la diáspora, donde se han visto influidos por las teorías pagano-feministas y wiccanas.

Para comprender los orígenes del paganismo judío, debemos situarnos en primer lugar en la perspectiva histórica de la creación de la nación israelí.

A partir de la década de 1880, varias oleadas de inmigrantes judíos, procedentes sobre todo de Europa del Este, vinieron a establecerse en Palestina. Huyendo de los guetos, la miseria y la persecución que eran su destino cotidiano, aspiraban a regenerar su raza en el suelo de Sión y a establecer un Estado propio en tierras ocupadas por sus antepasados lejanos. Crearon así una sociedad judía con sus cooperativas agrícolas, sindicatos, pueblos y ciudades. Pero, paradójicamente, al tiempo que pretendían emanciparse del estatus de parias que habían sufrido en Europa, reprodujeron el modelo colonial europeo en detrimento de los árabes cuyas tierras habían tomado (compradas a terratenientes absentistas que a su vez las habían usurpado en su día) y a los que amenazaban con desplazar por medio de una inmigración masiva.

Tras la disolución del Imperio Otomano al final de la Primera Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones le quitó la administración de Palestina a los turcos y se la entregó a los británicos. Se creó un «Hogar Nacional Judío» para formalizar y consagrar la presencia judía allí, se fundaron instituciones judías paraestatales y – al extenderse la resistencia árabe al sionismo – se creó una organización armada de defensa, la Haganah (Defensa). Irónicamente, el embrionario Estado israelí, que justificaba su existencia basándose en textos bíblicos, ¡estaba entonces totalmente bajo el control de la izquierda sionista, socialista y agresivamente atea! …

En la segunda mitad de la década de 1920 se formó un movimiento ultranacionalista de derechas en torno a la Alianza Sionista Revisionista y un movimiento juvenil paramilitar, Betar, partido inspirado en el fascismo italiano. Los revisionistas querían negar a los árabes de Palestina cualquier derecho nacional y extender Israel a ambos lados del Jordán. A principios de la década de 1930, formaron una milicia armada, el Irgun Zvai Leumi (Organización Militar Nacional), mientras que los elementos más extremistas se unieron en el Brit Ha-Biryonim (Alianza de Brigadas), que abogaba por el uso de la acción directa contra los árabes, los británicos y la izquierda sionista. Haciendo suyas sus consignas, el Irgún lanzó campañas terroristas contra los palestinos y luego contra las tropas británicas. Sin embargo, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, una parte del Irgún se unió a ellos para luchar contra la Alemania de Hitler, mientras que otra parte – que adoptó el nombre de Lohamei Herut Israel (Combatientes por la Libertad de Israel) – vio la oportunidad de librar una guerra de liberación nacional contra la «ocupación extranjera» británica, aunque ello significara aliarse con las fuerzas del Eje.

Fue en este medio revisionista donde tomó forma el neopaganismo judío – conocido como neopaganismo cananeo –, cuyos iniciadores fueron activistas y líderes del ultra-sionismo. Su neopaganismo era el producto de su compromiso sionista intransigente: al abogar por arraigarse en la tierra de sus antepasados hebreos y exigir la independencia, habían descubierto los dioses específicos de su tierra, los dioses adorados por sus antepasados antes de que, en su exilio babilónico, sólo les quedara el recuerdo de un único dios. Pero la evolución hacia el neopaganismo llevó curiosamente a estos ultra-sionistas a romper con esta ideología.

El primer intelectual que desarrolló estas ideas paganas fue un judío ruso-italiano, Adyah Gurevitch (adoptó el seudónimo de Gur Horon, en referencia a un dios cananeo), que dividía su tiempo entre Francia – donde enseñó lenguas semíticas en la Sorbona y fue el primer dirigente del Betar – y Estados Unidos. En diversas conferencias, y luego en la revista Shem (Semita), explicó que Yahvé pertenecía al panteón cananeo, que los fenicios eran hebreos por derecho y que el sionismo debía separarse del judaísmo. Encontró un discípulo entusiasta en el judío polaco Uriel Halperin (alias Yonatan Ratosh), amigo íntimo y consejero de Abraham Stern, el jefe del Lohamei Herut Israel. Hijo de un rabino, era un poeta y filólogo de renombre. En 1942, creó el Comité para la Cristalización de la Juventud Hebrea. Sus miembros, que se hacían llamar «Los Jóvenes Hebreos», se burlaban de la religión judía, de sus rituales y del yiddish. Se empeñaban en pronunciar el hebreo de la forma más gutural posible, como se suponía que lo hablaban sus antepasados, e idealizaban a los dioses cananeos y a la antigua civilización mediterránea. En sus escritos, Ratosh instaba a sus conciudadanos a romper con la diáspora, a redescubrir el pasado hebreo prejudaico y a construirse un futuro hebreo sin vínculos con el judaísmo. En sus propias palabras, era necesario «limpiar la tierra de los hebreos del sionismo y limpiar los corazones de los hebreos del judaísmo».

En 1944 dos jóvenes hebreos organizaron un atentado contra el ministro británico en El Cairo. Fueron detenidos poco después y juzgados al año siguiente. En el juicio declararon claramente que no eran sionistas y que no luchaban por crear un Hogar Nacional Judío, sino por la libertad de todos «los hijos de Palestina». Condenados a muerte, permanecieron fieles a su fe cananea y rechazaron la asistencia de un rabino en sus últimos momentos.

Tras el nacimiento del Estado de Israel, los Jóvenes Hebreos publicaron la revista Alef (llamada así por la primera letra del alfabeto hebreo), que durante un tiempo tuvo un número considerable de lectores. Pero la afluencia masiva de nuevos inmigrantes sionistas organizada por la Agencia Judía cambió rápida y radicalmente el paisaje político, cultural y sociológico de Palestina y condujo a la marginación y eventual desaparición del cananismo en Israel.

Sin embargo, el movimiento judeo-pagano no había muerto. Hasta su muerte en 1981, Yonatan Ratosh lo evocó en sus poemas erótico-místicos. Paradójicamente, sus referencias cananeas encontraron eco lejos de Israel: en la numerosa comunidad judía de Estados Unidos. Abandonando las consideraciones políticas y añadiendo referencias al culto de la Diosa y a la magia a las tesis religiosas de Gurevitch y Ratosh, nacieron varias organizaciones: Qadash Kinannu, que definió como «un Templo Fenicio-Canaanita»; la Congregación Beit Ashera (Congregación del Templo de Ashera [1]) y el Santuario Fenicia (Santuario Fenicio).

Y lo que es más sorprendente, una orden iniciática, la Ordo Templi Ashtart (Orden del Templo de Astarté), que surgió de una serie de disidencias en el seno del movimiento Thelemita, se ha declarado en los últimos años descendiente de cananeos. Considera que éste es el origen de la magia salomónica, de la cábala y del sistema de las dos principales estructuras de magia ceremonial de finales del siglo XIX y principios del XX – la Orden Hermética de la Aurora Dorada y la Orden del Templo Oriental – que reivindica. La Ordo Templi Ashtart, que publica El Séptimo Rayo, practica rituales neocanaanitas de solsticio y equinoccio que han sido publicados bajo el título Seasonal Rites of Baal and Astarte (Ritos Estacionales de Baal y Astarté).

A excepción de esta orden, que basa su cananeísmo en una filiación espiritual, los demás movimientos cananeístas se inscriben estrictamente en el marco de la comunidad judía. Stéphanie Fox, líder de la congregación Beit Ashera, afirma: «Los miembros de la tribu, ya sean ortodoxos, conservadores, reformistas, reconstruccionistas o paganos, pueden tener prácticas religiosas y opiniones completamente diferentes, pero todos son judíos y ningún judío negará a ninguno de ellos su pertenencia a la comunidad». Por su parte, Jeff Rosembaum explicó en un «foro judeo-pagano» organizado por la revista Green Egg: «Un individuo es judío según la ley judía no por lo que hace sino porque su madre es judía (…) Convertirse en pagano no significa perder la condición de judío, sólo convierte al judeo-pagano en alguien que no respeta la prohibición de la Torá sobre la idolatría». En cuanto a Steven Posch, miembro fundador de la congregación Beit Ashera, opina que: «A través del judaísmo, tenemos un vínculo directo e ininterrumpido con la época cananea. Las excavaciones arqueológicas demuestran que la transición entre los cananeos y los hebreos se caracterizó más por la continuidad que por la discontinuidad. Por supuesto, ha habido cambios a lo largo del tiempo, pero el hecho es que las fiestas judías son antiguas fiestas cananeas, que la mitología y los rituales judíos están llenos de referencias prejudaicas, que el hebreo moderno es el idioma más parecido al antiguo dialecto cananeo. Los hebreos son los cananeos de nuestro tiempo. Es sorprendente que el nombre de pila femenino más común en Israel sea Anat, ¡el nombre de la hermana de Baal!»

Estas celebraciones se definen por un ciclo anual de celebraciones religiosas según un calendario lunar. Además de las inevitables festividades de los solsticios y equinoccios, están la fiesta del nacimiento y la muerte de Baal, la boda de Baal y su hermana Anat, las fiestas de Athtartu y Shaharu, etcétera. En cuanto a los rituales practicados en estas ocasiones por los Kohanah y Kohan (es decir, los sacerdotes y sacerdotisas), son una mezcla de referencias a la arqueología y a los relatos bíblicos con reminiscencias wiccanas y mágicas.

Notas:

[1] El árbol ashera era adorado por los cananeos. Por ello, el Talmud contiene una halacha (disposición obligatoria) que prohíbe plantar un árbol de este tipo cerca de un lugar de culto judío.

Fuente: https://www.voxnr.fr/une-curiosite-religieuse-le-cananeisme-ou-judeo-paganisme

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

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